Perdí la virginidad con mi abuelo

Posted 15:06 by Carlos y Liliana in Etiquetas:
Tenía 18 años, cuando ocurrió lo que sucedió. No sé si reaccione correctamente, lo cierto es que no podía hacer nada más.
A mis 18 años, era ya una chica alta, comparada con mis demás compañeras del colegio, media, 1.55, mis senos comenzaban a desarrollarse, realmente parecían más bien dos pequeños limones, no terminaba de salirme el vello en mi virginal cuquita.
Tenía entonces un culito redondito, respingón, y una altanería propia de la malcriadez con que me había criado mi padre.
Pertenecemos a una clase social media alta, lo que me hacía prepotente, papi me defendía y daba la razón en todo momento, mi mami, no tanto, porque consideraba que me iba a los extremos.
Tengo 3 hermanos más, y con ellos la educación fue distinta. Iba a un colegio para "señoritas", donde realmente no era precisamente el lugar que mis padres creían que era.
Pero en fin, me gustaba estudiar allí, estudiaba desde la hija del Presidente, hijas y sobrinas de Ministros, grandes empresarios y nosotras las hijas de profesionales.
Al colegio me llevaba un chofer, un señor, que no era tal, debía tener en ese entonces unos 35 años, moreno, alto, de buen cuerpo. Soltero y quién siempre accedía a mis peticiones. Por miedo o por respeto a mis pataletas de niña malcriada.
Mis padres se fueron en pleno mes de Abril para París y Londres iban a pasar unas merecidas vacaciones, mis hermanos y yo quedamos a cargo de nuestra abuela y el esposo de ésta que no era mi abuelo, pero si tenía muchos años de casado con mi abuela.
Una tarde, luego de salir del colegio, el chofer debía dejarme en casa de mi abuela, quién no estaba, según me informaron las muchachas que limpiaban la casa había salido intespectivamente a visitar a un familiar que había caído enfermo, en una ciudad cercana pero distante a la vez.
Mis hermanos, al ser mayores podían quedarse solos en casa, pero como yo era menor, estaba al cuidado de mi abuela.
Subí de mala gana, a la que siempre fue mi habitación mientras me quedaba allí, me cambié de ropa y me dispuse a bajar a almorzar. Allí estaba mi abuelastro, quién había llegado como siempre a comer con la familia, que no era otra que mi abuela y un tío, que se había ido con ella, para acompañarla. Nos saludamos, amablemente aunque, sentía que era el responsable de que mi madre no se hubiese criado con mi abuelo real, que era un ser estupendo, culto, cariñoso, educado.

-No le darás un beso a tú abuelo, me preguntó

Me acerqué de mala gana como siempre, y le dije lo más malcriada que era, y le dije:

-Tú no eres mi abuelo. Mi abuelo se llama Pedro,

-Pero de todas formas te quiero como si fueras mi nieta, anda ven y dame un beso.

-Se lo di, el siempre había sido muy especial conmigo después de todo.

El me dio un beso, y me dijo que me sentará en la silla que siempre ocupaba mi abuela. Lo hice, no si antes hacer mis gestos de fastidio.

Nos sirvieron la comida, y me dijo:

-Hoy no tengo deseos de regresar a la oficina, mejor me quedo a hacerte compañía.

-No es necesario, le respondí

-Pero deseo hacerlo chiquita linda.

Sus palabras me agradaron, y mucho más cuando me dijo:


-Aunque viéndote bien, ya no eres una niña, eres toda una mujercita, que hasta novio tendrás.

Le respondí que no, que novio no tenía. Que el sabía muy bien como eran de celosos mis padres y hermanos


-Hay muchos hombres malos, por eso te cuidamos tanto, respondió

Y me dijo que él sabía que yo desde hacía tiempo había pedido unas botas de cuero hasta las rodillas, y que mis padres no estaban de acuerdo con que las usará, me dijo que él me las había comprado ya que sabía que el mes próximo sería mi cumpleaños.
Eso me hizo saltar de alegría y le pedí que me las mostrara, me dijo que lo haría, siempre y cuando guardará el secreto hasta el día de mi cumpleaños. Cuando las muchachas del servicio terminaron de recoger la mesa, me dijo que me las mostraría y así sabría si me quedaban bien.
Subió a su cuarto, bajo al poco rato y traía una caja con las botas que yo deseaba. Me quedaron perfectas, y me dijo:


-Creo que te vendrían bien con unos shorts o una minifalda

-Sí, pero mis padres no me dejarán usarlas- Le dije.

-De eso me encargaré yo. Me respondió. No digas nada, para yo preparar el terreno,- continúo diciéndome-. Creo que es hora de que vayas a hacer tus deberes escolares, y yo me iré a trabajar a mi estudio, me dijo.

-Puedo tenerlas puestas un rato, pregunté.

-Claro, pero ya sabes… que no serán tuyas hasta el día de tu cumpleaños.


Subí las escaleras de la casa, hasta la habitación que servía por esos días de mi alcoba, me miré al espejo y me quedaban grandiosas las botas. Me las probé con unos shorts que tenía, y una franelilla de algodón. Me senté a hacer mis deberes escolares. Al terminarlas, bajé a la cocina y ordené que me prepararan algo de merienda, y me fui al estudio de mi abuelastro. Abrí la puerta y pude verlo recostado en un sofá de cuero mirando la TV. Entré y le dije.

-Mira como me quedan

Me miro como quien descubre algo que antes no había visto, y me dijo:

-Mira como has crecido eres toda una mujercita, estás preciosa, deberé comprarte una mini para que la uses con esas botas

Me sentí muy feliz, y como era tan caprichosa, fui a darle un beso de agradecimiento, y le dije que esperaba que me dejaran usarlas, me abrazo, y me pego mucho a él. Me preguntó si no tenía calor, que si quería prendería el aire acondicionado, y me invito a ver una película. Hacía fresco, pero por el aire, mis pequeños pezones se pusieron erectos, y eso se notaba a través de la franelita que cargaba, no usaba ajustador. Notaba que me miraba, y se recreaba en mis pequeños senos.
Se levantó, se sirvió un trago. Y volvió a sentarse, pero está vez lo hizo frente a mi. Me miraba constantemente. Bebía su trago, y me veía de una manera extraña, me puso nerviosa y le dije que iría hasta mi habitación. Me dijo que estaba bien, que nos veíamos en la cena, mi tío llamo, y dijo que no regresarían esa noche que el hermano de mi abuela estaba delicado y que ella no quería venirse así, mis padres también llamaron, y me contaron lo bien que lo pasaban por Londres.
A la hora de la cena, él ya estaba sentado cuando baje al comedor, y me pidió nuevamente que ocupara el lugar de mi abuela, que era a su lado. Nos sirvieron la cena, y las domésticas se retiraron, hablamos de muchas cosas, pero nada de importancia, al terminar el postre, y luego de él beber una copa de vino, me dijo que al día siguiente, si yo quería el me recogería en el colegio, y que así podríamos ir de compras.
Así lo hicimos, lo llevé a la tienda donde todas mis compañeras del colegio compraban sus ropas, me compro todo lo que quise, e hizo que se las modelará, escogió las minis más cortas, las blusitas más bonitas, y me dijo que no escatimará en gastos, que yo era su nieta. Y que su dinero también era mío. Allí me quede callada y no le salí con una de las mías. Malcriadeces, típicas de la edad, supongo.
En el trayecto a casa, me pidió que al llegar le modelará nuevamente las ropas pero con las botas puestas, y yo feliz de hacerlo.
De repente; un carro salió en un cruce de improviso, lo que hizo que el frenará de repente, aunque llevábamos puestos el cinturón, su mano se puso en mi pecho, en el momento pensé que era producto del susto, pero la dejó allí e hizo algo de presión, sobre mis pequeños senos. Sólo me comentó, no compramos ajustadores, y yo le respondí, que no los usaba. Me dijo que pronto debería usarlos, porque estaban creciendo rápidamente, y volvió a tocarlos, le arranque de un manotazo sus manos, y me dijo que eran caricias de cariño. Que no había nada de malo en ello. Le dije que si volvía a hacerlo, se lo diría a mi abuela, y a mis padres.
Me dijo que no era para tanto, al llegar a casa, estaba ya el almuerzo servido, me dijo que no me quitará el uniforme y que nos dispusiéramos a comer, que de seguro estaba muerta de hambre. Y así lo hicimos, sólo fui a lavarme mis manos, en uno de los baños de los bajos de la casa, el me siguió y se puso detrás de mi, sentía su cuerpo muy pegado al mío y le dije que ya le daba espacio para que se lavara las de él, que porque no subía a su baño, y me dijo que le encantaba estar así conmigo. Sentí crecer su verga, y sus manos se posaron en mis nalgas, las acarició, y me dijo que definitivamente era ya toda una mujer, y como tal debía comportarme.
Esas caricias me agradaron, para que negarlo, no obstante le dije, que no lo hiciera, y me salí del baño.
Cuando regreso a la mesa estaba como contrariado, le pregunté si estaba molesto, y sólo me dijo:

-Come.. y se quedo herméticamente callado.

Cuando terminamos de comer, subió a su habitación, y yo entré a la mía, saque toda la ropa que me había comprado, y estaba probándomelas cuando tocaron a la puerta,

-Pase, dije

El entró, y me dijo que venía a desearme buenas noches, pero al ver que estaba probándome la ropa, me dijo que quería ver como me quedaba en especial una mini y una blusita que él había escogido, especialmente para mi, fui hasta el baño de la habitación, me cambié y salí, para que el viera como me quedaba,

-Te ves preciosa, mi pequeña mujercita

-Gracias le dije, me acerque a él para darle un beso de agradecimiento.

Y en ese momento, me abrazó, comenzó a besarme, y me dijo:

-Te deseo, serás una mujer muy bella cuando crezcas.

-Gracias volví a decirle, pero le pedí que me soltará.

No lo hizo, al contrario, me agarro de la mano y me llevo hasta la cama, allí me sentó y me dijo que deseaba hablarme, que él no me haría daño, bajo ningún concepto, pero que deseaba algo, y que sólo yo podía dárselo.

-Que quieres, le pregunté, nuevamente con mi voz de niña malcriada

-Toco mis pequeños senos, los apretó

Intente separarlo, pero me dijo, o te quedas quieta o verás de lo que soy capaz. Le grite que saliera, pero me tapo la boca, me tiro a la cama, y de un golpe abrió mis piernas, por sobre mi pantaleta comenzó a lamerme, intentaba soltarme pero el era más fuerte que yo, poco a poco sus caricias comenzaron a gustarme. Separo un poco mis pantaletas y me lamió toda mi cuquita, mientras me decía

-Que rico hueles chiquita mía… yo ya no ofrecía resistencia, me gustaba sentir su lengua y el roce en mi clítoris, luego cuando vio que no me seguía resistiendo, bajo mis panties, y se dedicó a comerme todo el coño, su lengua recorría todo mi bollito, sentía como ganas de orinar, me dijo que era normal, que era el placer que estaba sintiendo…

Comenzó a meter suavemente uno de sus dedos en mi rajita, mientras seguía lamiéndome, lo hizo con delicadeza, me preguntó si me dolía, le respondí

-No, no me duele… no entendía pero mi respiración se hacía cada vez más entrecortada.

-Eres una mujercita muy hermosa, quiero darte todo lo que me pidas, no debes decirle de esto a nadie, será nuestro secreto.

-Ok, le respondí

Comenzó a meter dos de sus dedos, y seguía acariciándome, me pidió que me parara, bajó su short del pijama, y saco su verga, era la primera vez que veía una, me pareció enorme, me hizo agachar y me dijo que la lamiera, como un helado, instintivamente lo hice, él cerraba sus ojos, yo alzaba la mirada y veía en su rostro reflejado el placer, no me gusto al principio su sabor, pero poco a poco me adapté, sabía entre dulce y salado, comenzó a bombearme contra su verga, cuando de repente se detuvo.

-Ven me dijo, acuéstate en la cama

-Para que le pregunté,

-Ya verás, ahora si serás toda una mujer, y lo serás conmigo…

Comenzó a meter poco a poco la cabeza de su gran pinga dentro de mi húmeda cuquita, me dijo que sentiría un poco de dolor, que cuando eso pasará le dijera para el pararse y esperar.

-Ya me duele!!!, le grité

-shhh, me dijo: espera un poco a que tu bollito se adapté, él espero un poco, mientras llevaba a su boca, mis pequeñas tetas, las lamió, las chupo, y de repente de un solo golpe, metió su verga, me hizo gritar, y tuvo que tapar mi boca, para que no se dieran cuenta, comencé a llorar por el dolor, sentía que algo impedía que su verga entrará, sentía como si me estuviesen partiendo en dos, sentía como especie de una pared, que querían traspasar… Él continúo metiendo y sacando su verga, y yo seguía llorando y suplicándole que no siguiera que parara.

-Es porque es tu primera vez, te estoy desvirgando mi pequeña zorrita malcriada,

-pero ya verás como te gustará de ahora en adelante,

Siguió metiendo y sacándola, hasta que de repente la sacó, se puso encima de mí, y acabó en mi cara, la regó por todos lados, y me beso…, me limpió con su lengua… Y me llevó al baño, allí me lavo toda, me baño… Y me dijo que de ahora en adelante sería su zorrita preferida…



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